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La semana pasada la FAO ( Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) alertaba sobre un fuerte incremento del precio de los alimentos (6%) debido principalmente al alza en el precio de los cereales que se incrementaron en un 17%.

Esta importante subida motivada, al menos teóricamente, por una fuerte sequía en los Estados Unidos que provocó una subida del 23% en el precio del maiz y unas malas perspectivas de producción de cereal en la Federación de Rusia que han impulsado un alza del 19% en las cotizaciones internacionales del trigo ha suscitado la reacción de la ONG Intermon OXFAM que ha alarmado de las terribles consecuencias que esta subida de cotizaciones puede ocasionar en millones de personas con graves problemas de malnutrición.

Igualmente, la previsión de encontrarnos en puertas de una nueva crisis alimentaria ha hecho reaccionar al propio G20 que convocará una reunión de emergencia del Forum de Reacción Rápida del G-20 y adoptar las medidas oportunas para evitar un aumento de los desequilibrios entre demanda y oferta.

Desde la organización agraria ENBA, haciendo suya la preocupación generalizada en todos los estamentos ante la posible eclosión de una nueva crisis alimentaria, queremos denunciar la actitud farisaica de los gobiernos europeos que se muestran alarmados ante la situación y mientras tanto en el ámbito de su actuación política y más concretamente en la Reforma de la PAC (Política Agraria Común) que se halla actualmente en debate, adoptan las decisiones contrarias a sus buenas intenciones desmantelando todas las medidas de regulación y gestión de mercados (intervención, derechos y cuotas de producción, etc.) con los que abordar la creciente volatilidad de las materias primas y de los alimentos.

De nada vale lamentarse sobre las terribles consecuencias que acarrearía una crisis alimentaria si luego, en los hechos, no se hace nada para corregir los desequilibrios en el sistema mundial de alimentos cada vez más sustentado, ante la pasividad de nuestros gobernantes, en la especulación bursatil de los alimentos.

Los ganaderos vascos, como consecuencia más cercana, se hallan asfixiados por los elevados precios de los cereales y resto de materias con las que se alimenta el ganado ya que a la imparable subida de los piensos y forrajes nos encontramos con unos precios de sus productos, en el mejor de los casos, congelados.

Europa, en opinión de ENBA, debe reaccionar decididamente y asentar las bases solidas de un mercado alimentario equilibrado con medidas de regulación y gestión de mercados eficaces y con un impulso en las esferas internacionales a la agricultura familiar que conjugue una alimentación de la población de los países más débiles con un mercado justo, equilibrado y regulado.

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